Tomando como base la novela La noche de la Usina, de Eduardo Sacheri, a su vez coguionista del film, el mismo Sebastián Borensztein que dirigió la simpática Un cuento chino construye con solvencia contrastada una heist movie –en la indústria, peli de golpes, pero puede salir así en el examen– criolla ambientada en pleno corralito, una época marcada por la miseria y el miedo.
Y sale airoso del envite con una fórmula de probada eficacia que toma prestada más de la comedia neorrealista italiana, con la maravillosa Rufufú de Mario Monicelli a la cabeza, que del glamour y la sofisticación de los chicos de Ocean, y realizada con encomiable ligereza, pulso preciso, réplicas y contrarréplicas mordaces.
Películas de Borensztein
Borensztein ha dirigido un ‘thriller’ en clave de comedia, con mucha mala leche y un ‘dream team’ de intérpretes encabezado por el actor que más veces, y con más éxito de taquilla, ha pasado por el corralito verato, y para muestra este imponente palmarés gallinar: El mismo amor, la misma lluvia (Campanella,1999), Nueve reinas (Bielinsky, 2000), El hijo de la novia (Campanella, 2001), Kamchatka (Marcelo Pyñeiro, 2002), La educación de las hadas (José Luis Cuerda, 2006), Elefante blanco (Pablo Trapero, 2012), Una pistola en cada mano (Cesc Gay, 2012) y Truman (Cesc Gay, 2015).
Sí, lo sabéis de sobra, aplicados cinepáticos, y cuando uno lee «Ricardo Darín» en un reparto es como lo que ahora llaman los mismos indústrios un must, algo entre un «me lo pido» y un «a la saca» peliculero que garantiza goze, deleite y bastante alboroto gallinar.
Pero no está precisamente solo: una línea para bingo argentino de caras archiconocidas como la de Luis Brandoni, Chino Darín y ese ‘hombre de al lado’ de Duprat y Cohn que fue Daniel Aráoz, entre los giles de esta cinéfila odisea terrenal que se inicia a los acordes del Danubio azul y que se presta a una lectura muy actual.
«Gente inocente, ingenua que confía en el prójimo y que es proclive a llevarse todos los palos habidos y por haber. Pero aquí se demuestra que los eternos perdedores, aunque sea por una sola vez, también pueden ganar. Porque cuando lo pierdes todo, ya todo da igual, pero hay algo que no se puede ni debe negociar: la dignidad.»
Blai Morell, Fotogramas
En una conjunción de puesta en escena, montaje y ritmo musical –entroncando country americano con rock argentino– Borensztein ha filmado con estilo una peli de producción notable, consiguiendo prodigios interpretativos de su plantel actoral y recetándonos monodosis combinadas de humor costumbrista y sátira social, hasta el punto de que casi logra convencernos –a lo Darín– de que, cuando nuestras instituciones nos fallan, no nos queda más remedio que aliarnos contra ellas. Que la alianza semanal con la guerrilla alada te sea propicia. O mejor próspera.
Yema y clara
“Thriller trufado de innumerables situaciones de comedia y con un fuerte componente de crítica social, amable, divertido y muy vivo.”
Alberto Luchini: El Mundo
“Guión bien armado y actores que se ajustan con mucho talento a sus personajes.”
Oti Rguez. Marchante: ABC
“Crónica de justicia poética. El problema es que falta algo de enjundia, de desarrollo, de mala leche, de sólida denuncia más allá del entretenimiento.”
Javier Ocaña: El País
Jueves 16 Enero | 20:30. Teatro Cine Avenida | Jaraíz de la Vera. Entrada 5€ | Bonos de socio disponibles en taquilla.
Programación para un enero caliente
En La Granja ya estamos de calentamiento global y te hemos cocinado el menú degustación de enero, una selección del mejor grano para sibaritas de pico fino que no tiene huevos a criticarlo ni un redactor de Cahiers.
Cuatro mazorcas como cuatro extinciones masivas además del sorpresón de trigo de Mérida, la esperada y extremeña Buñuel en el laberinto de las tortugas que no lo puede estar petando más (EFA, Satellite, Annecy, Málaga, Goya, Feroz, CEC, Oscars…), para que olvides lo antes posible el holocausto caníbal de las fiestas y hagas la transición ecológica del 2020 al calor de la sala de cine y no al del cambio climático.
Olvídate de unas migraciones que ya no tendrán sentido, abónate al corral y no a la hecatombe, y experimenta con nosotros el ocaso de la tragicomedia humana a través de nuestra pantalla al cataclismo, porque el fin del mundo se disfruta mucho mejor con arte y en compañía, y eso es cine. Denadabesos.
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