Aquel Viernes Santo de hace un siglo en Jaraíz de la Vera

Aquel Viernes Santo de hace un siglo en Jaraíz de la Vera

Aquel Viernes Santo de hace un siglo

Era la Plaza Mayor de Jaraíz de la Vera. Envuelta aún en sus viejas trazas medievales. Constreñida en un espacio quebrado y desigual: por haber sufrido a lo largo de siete siglos destrucciones y reconstrucciones en razias e invasiones, desde la musulmana del año 711 hasta la napoleónica del año 1809.

En primer plano, una rampa, por donde, en ese momento, deambulaban personas y se movían libremente perros y gallinas. Y seguido, los soportales que cumplían su misión secular de dar cobijo a la gente; con un añadido a la derecha de cuatro gradas hacia el solar de la plaza, que hacían de tendido para espectadores. Encima, el voladizo de trabazón de madera y adobe que constituía las fachadas del Ayuntamiento: un edificio de paramentos históricos de piedra. Más allá, el único edificio que daba prestancia al entrono: el Palacio de un jaraiceño noble, el Obispo Manzano. Y al fondo, el portalón de la posada tradicional y unas casas de vecinos, que cerraban la Plaza por saliente.

Por todo el espacio abierto de la Plaza, gente que había estado esperando para venerar los pasos o simplemente para disfrutar del espectáculo. Hombres con la cabeza descubierta. Mujeres tocadas con velo. Muchachos con ropa de fiesta, blusa, calzona, camisa limpia y gorra en la mano, mirando atónitos lo que sucedía, o desplazándose sigilosamente. Y hasta un vecino, que desde el balcón de su casa contemplaba la procesión bajo la lona de un toldo. Mientras avanzaba la comitiva por el pavimento empedrado del solar, que dejaba ver restos de las aguas de la vecindad.

Santo Entierro la Cruz Parroquial de San Miguel

Abría la Procesión del Santo Entierro la Cruz Parroquial de San Miguel sobre manga procesional, acompañada por dos ciriales portados por monaguillos. En el centro, el ‘paso del Santo Entierro’ sobre los hombros de cuatro cofrades. A través de los cristales de la urna aparecía la figura del “Cristo Yacente”: sobrecogedora talla, articulada y policromada, de tamaño natural. La imagen de más antigua veneración en el pueblo, con “cofradía propia desde hace más de tres siglos”.

Unas docenas de hombres rodeaban al paso, vestidos con sus mejores ropas: blusa o chaqueta, pantalón negro, camisa limpia, sombrero en mano. Detrás, las mujeres arropando “el paso de la Soledad”. Y perdiéndose calle Vargas abajo, los fieles devotos de las dos parroquias.

Acompañaban el caminar de las imágenes los acordes solemnes de la Banda Municipal, dirigida por don Pedro Aparicio. Cuando callaba la música, un silencio intenso transformaba todo ese espacio en lugar sagrado. El empaque de la Plaza Mayor añadía belleza a la solemnidad de la procesión más sentida y seria de las fiestas religiosas el pueblo, “El Santo Entierro”.

Era el Viernes Santo de 1918.

“A las seis de la mañana, habían comenzado en las dos parroquias los cultos religiosos de los Divinos Oficios. A las dos de la tarde, en la parroquia de San Miguel se conmemoró la Crucifixión, Muerte y Entierro del Señor con el Sermón de las Siete Palabras”.

Y a continuación, salió la procesión del Santo Entierro por las calles Crucera, Sepulcro y Vargas hacia la Plaza Mayor…

A esa hora el ‘fotógrafo del pueblo’ tenía instalada su cámara en los soportales altos de la Plaza Mayor. Y cuando la comitiva hizo un alto frente a la Casa Consistorial, apretó el disparador del objetivo y grabó la imagen. Llevaba ya un tiempo, “sacando fotos de las cosas del pueblo, como procesiones y otros acontecimientos”, como él decía. Ésta era la procesión del Viernes Santo.

Cuando desapareció la comitiva, guardó la cámara, satisfecho. Había cumplido su deseo: recoger la escena en una placa fotográfica de 6×9 cm., para que algún día “los futuros niños del pueblo puedan ver a sus padres y a sus abuelos”, también decía él. Pero nunca se cumplió su deseo. Esa placa fotográfica, como otras muchas que fue grabando en esos años, con el paso del tiempo, inexplicablemente acabó extraviándose. Y así ha permanecido perdida un siglo. Hasta ahora que aparece. Aquí está. ¡Impresionante imagen!.

Acontecimientos del pueblo

Cuando participamos en acontecimientos del pueblo que nos conmueven, surge a veces desde el fondo de nuestra mente una pregunta no exenta de ternura: ¿Cómo sería esto en tiempo de nuestros bisabuelos?. Y nuestra imaginación no es capaz de recomponer una escena que satisfaga nuestra curiosidad.

Este año, cuando asistamos a nuestra procesión del Santo Entierro del Viernes Santo, no va a suceder así. Gracias al ‘fotógrafo del pueblo’, con solo abrir los ojos habremos podido dar respuesta a esa pregunta: “¿Cómo era esta procesión en tiempos de nuestros bisabuelos?”. Y revivir en nuestra imaginación y en nuestro corazón aquel Viernes Santo de 1918. Con un recuerdo agradecido para el ‘fotógrafo del pueblo’, D. Marcelo Giraldo Buhavén, Párroco de San Miguel de Jaraíz de la Vera, de 1912 a 1981, que tuvo la genial idea de grabar ‘para nosotros’ esta escena desde los soportales altos de la Plaza Mayor.

Carlos Muñoz Álvarez

Artículo de la Revista de la XX Feria Agroalimentaria Comarca de la Vera 2018.

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